jueves, 12 de diciembre de 2013

2.7- ¡¡¡¡Bahía de Halong, allá vamos!!!!

6 de octubre de 2012. Sábado.
Hanoi. Vietnam.

Son las 06:30 de la mañana en la estación de autobuses Luonh Yen en Hanoi, mi destino es Cat Ba, la mayor isla de las más de 2.000 que forman el archipiélago de la bahía de Halong.
El mayor atractivo de Cat Ba es su relativo aislamiento y su bucólico paisaje. Cat Ba es parque nacional gracias a su diverso ecosistema, con lagos de agua dulce, manglares, arrecifes de coral, cascadas, bosques y playas. Es una opción perfecta para evitar la masificación turística que se produce en el muelle de Halong Bay.


Barcos de recreo en la Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

Esta mañana despierto en la estación de trenes de Hanoi, tras regresar de Sapa. A la salida de la estación te vuelven a pedir el billete así que hay que guardarlo hasta el final. No se que te harán si lo tiras durante el viaje o no lo encuentras. Fui en taxi desde la estación de tren a la de autobús, a estas horas aún no ha amanecido. Hay pocos vietnamitas por la calle y los que hay te miran con cara de haba. Durante la mañana van llegando más mochileros anglosajones a la estación, son las 07:30 y aún no han abierto las taquillas. Nuestro destino es la ciudad costera de Haiphong. Desayuno unos plátanos y unos bollos de leche muy ricos.


Saliendo de Hanoi, el tráfico de la mañana es perfectamente caótico.
Vietnam. Foto del autor.

Bajo del autobús en Haiphong. El gran puerto del delta del río Rojo es inmenso, lo vemos casi por completo porque la ciudad es una continua calle que corre en paralelo durante kilómetros a su puerto. De Haiphong voy en un ferry rápido, lleno de turistas, hasta la isla de Cat Ba, y desde aquí otro autobús que de oeste a este te deja en la ciudad costera de Cat Ba.
En lo que llevo de viaje, 6/7 días, he gastado 160 euros, sin contar regalos, el norte de Vietnam es muy asequible.
Ya estoy caminando por la ciudad, pregunto en un par de hoteles y me quedo en el Khánh Huyén hotel en pleno paseo marítimo, con vistas a su maravillosa bahía. Mi habitación tiene aire acondicionado y baño propio.

Paseo marítimo de Cat Ba desde el hotel Khánh Huyén. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.
Tras comer algo en la habitación, doy un paseo por la bahía. Al final del paseo marítimo, en lo alto de una colina hay un local con una terraza tipo chill-out que tiene unas vistas espectaculares sobre la bahía. Una pasada de lugar, no hay invasión turista, la población es amable...esta ciudad es un lujo para perderse. De hecho conocí a una señora mayor, francesa, que vino aquí de turismo hace meses y se ha quedado. No sabe aún cuando marchara.

Una pareja de novios en el paseo marítimo de Cat Ba. Bahía de Halong. Vietnam.
Foto del autor.




El autor en la terraza de un café en la isla de Cat Ba, las vistas son espectaculares.
Bahía de Halong, Vietnam.



Restaurantes flotantes en la isla de Cat Ba, bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.


En el propio hotel alquilé la excursión en barco para dos días y una noche. Para 6 personas sale por 50 dólares/persona ¡¡¡el barco entero!!! 
Incluye dos comidas, una cena y un desayuno, un chollo. También compré el billete en bus para Hué por 5 $ (no llega a 4 euros). Pasado mañana me embarco temprano para mi siguiente destino, tras conocer la bahía de Halong.


Restaurante en la isla de Cat Ba, bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.


Puesta de sol en el puerto de Cat Ba. Bahía de Halong. Vietnam.  Foto del autor.


Atardecer en la isla de Cat Ba, bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.


Bahía de la isla de Cat Ba desde el hotel. Bahía de Halong, Vietnam. Foto del autor.
Bahía de la isla de Cat Ba desde el hotel. Bahía de Halong, Vietnam. Foto del autor.
Puerto de Cat Ba iluminada por la noche. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.



- 7 de Octubre, domingo. Bahía de Cat Ba.

 A las 08:00 de la mañana zarpamos del puerto de Cat Ba. Nuestro barco es uno de los muchos pesqueros reconvertidos en barcos de recreo. Es de madera, un poco descascarillado, de unos 12 metros de eslora. Tiene una cabina interior donde se come y por la noche juntando sus sofás se convierte en dormitorio. El techo de la cabina es una terraza con bancos de madera que piden a gritos unos cojines. Le falta unas tumbonas para ser perfecto. Pero ante el abracadabrante paisaje que nos rodea, formado por docenas de islas coronadas de verde vegetación y la sensación de que el barco es solo tuyo, se te olvida ese pequeño detalle.


Puerto de la isla de Cat Ba, la bahía de Halong nos espera. Vietnam. Foto del autor.
Saliendo del puerto de Cat Ba. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.




Navegando por la bahía de Halong, dejamos atrás la isla de Cat Ba. Vietnam. Foto del autor.


Nuestro barco por la bahía de Halong, una maravilla de relax y tranquilidad. Vietnam. Foto del autor.
El interior de nuestro barco con la capitana Binh en los mandos, detrás está la cocina.
Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.
Uno de los hoteles de lujo que hay en las cercanías de Cat Ba. Bahía de Halong.
Vietnam. Foto del autor.

Una pasarela metálica que unía uno de los hoteles con una playa, salvando un acantilado.
Parece ser que no tuvo el mantenimiento que debía. Cerca de la isla de Cat Ba.
Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.



Son las 11:30 de la mañana y fondeamos en algún lugar de la bahía de Halong. La belleza es inenarrable, es un lugar que todo el mundo debería visitar al menos una vez en su vida.
La embarcación la lleva un matrimonio. El capitán Tàu Thang Loi de edad incalificable, es delgado como un suspiro y de rostro arrugado, estoy seguro que trabajó de pescador desde su niñez. Su señora Binh es mas regordeta, se ocupa de todas las tareas del barco menos de pilotar. Cocina, limpia, leva amarras, pone la pasarela para desembarcar, etc. Son muy simpáticos y aunque no hablan nada que no sea vietnamita, nos entendemos bien con ellos.

Una de las comidas que nos hacia la señora Binh. No pasamos hambre, además eran
muy sanas. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.







Isla de los Monos, bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

Playa de la Isla de los Monos. Bahía de Halong. Vietnam.
Foto del autor.

La primera parada fue en la Isla de los Monos, una playa de arena blanquísima con una choza-chiringuito y una advertencia: cuidado con los monos, roban tus pertenencias mientras te bañas. También tiran piedras o te arañan si te acercas mucho a ellos, unos angelitos vamos.

Pero lo mejor de todo, es que, salvo una familia de japoneses y los dos chavales encargados del chiringuito-choza que se bañan con nosotros...¡¡¡¡estamos completamente solos!!!! una gozada. Aparte de nuestro barco fondeado a pocos metros de la orilla, tan solo está la barca de los japoneses.  Es increíble la sensación de paraíso perdido que te da este lugar. Pensaba que estaría rodeado de barcos repletos de ruidosos turistas, pero tenemos el paraíso para nosotros solos. Disfrutamos de él 45 minutos, recogemos pequeñas piedras redondas que están ahora en mi salón.

El autor en la Isla de Los Monos. Bahía de Halong. Vietnam.




El autor en la isla de los Monos, detrás nuestro, en la espesura de la selva, los monos
nos observan. Bahía de Halong. Vietnam.

Tras dejar la isla llegamos a una zona de la bahía rodeado de esos grandes farallones de piedra que son la seña de identidad de este lugar. Hay decenas de bateas que crían peces. Atracamos cerca de ellas, en una especie de bar flotante para disfrutar de 45 minutos de kayak.

Batea-vivienda en la Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

 

Bateas donde crían pescado entre los farallones de piedra caliza de las islas de la
Bahía de Halong. Vietnam.





Cafetería flotante, aquí cogemos los kayak. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

Para ser la primera vez, se nos da genial lo del remar. Nos acercamos a las bateas y como si fuéramos pequeñas hormigas tocamos las inmensas paredes de piedra caliza de las islas que nos rodean.

Bateas en la Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.




Paseando en kayak por la bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

Tras el paseo en kayak, volvemos a ponernos en marcha. Llegamos a otro lugar donde se aprecia la entrada a una cueva natural, pero unos pescadores tienen la red echada justo en medio. Por lo poco que le entiendo al capitán, esos no deberían estar ahí. Así que sin saber que hacer, nos tiramos de cabeza al agua y nadamos un poco alrededor del barco. No podremos entrar en la cueva porque los pescadores no se van.


Los pescadores que nos bloqueaban la entrada al interior de la isla. Bahía de Halong.
Vietnam. Foto del autor.

La señora Binh nos está preparando la comida, y es en estas cuando se acerca una lancha de la policía. Sube a nuestro barco, habla con el capitán y los pescadores sin decirles nada se marchan del lugar. Parece ser que estaban en zona prohibida. El capitán me señala uno de los kayaks que arrastramos y nos acercamos remando a la entrada de la cueva. No hay absolutamente nadie en los alrededores. El capitán Tàu y yo nos introducimos remando en la cueva y la atravesamos. Salimos al otro lado del farallón de piedra de la isla. Estamos en su interior, es una isla con forma de "O" que guarda un lago al aire libre en su interior, rodeado completamente por la muralla de piedra de la isla. Un silencio como de otro mundo nos rodea, es como, si de repente, nos encontráramos solos en todo el planeta. Es maravilloso. 


En el interior de la isla-refugio. Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.



Al estar completamente cerrado, en el lago no corre ni una brizna de brisa. Es el lugar ideal para esconder un tesoro. La única entrada es la cueva. Dejamos de remar y el silencio es total, la imaginación vuela pensando en la clase de personajes que a través de la historia utilizarían este lugar para sus aventuras, sus negocios sucios o simplemente para esconderse. A la vuelta al barco, el capitán y yo nos tomamos unas cervezas celebrando como dos viejos lobos de mar nuestra aventura exploratoria. Le agradezco la inolvidable experiencia, este lugar está claro que no está entre las excursiones de los grandes barcos de turistas que navegan la bahía de Halong. Todo un regalo de nuestro amigo Tàu.

El autor con el capitán Tàu, celebrando nuestra pequeña aventura. Bahía de Halong. Vietnam. 

Por la noche, el barco echó el ancla en mitad de la bahía, nos encontramos rodeados por las casi 2000 islas que forman esta increíble joya de la naturaleza. La noche es clara y las miles de estrellas que iluminan el cielo se acuestan entre las crestas  plenas de vegetación de los afloramientos rocosos que nos rodean. Dormimos al aire libre en el techo de la cabina. Tan solo el cielo sobre nosotros. Toda una experiencia.

Anochece en la Bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.




Anochece en la bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.

A las dos horas de sueño, desperté, sentía como humedad. Era la misma sensación que alertaba mi sentido primario antes de que empezara a llover cuando dormíamos al raso en mis tiempos de "paraca" en el Ejército. 
Cuando me estaba incorporando en ese mismo instante subió el capitán. Él desde el interior del barco también había olido o sentido la humedad y subía a avisarnos. Bajamos corriendo al interior y a los pocos segundos empezó a jarrear.


Adiós al sol en la bahía de Halong, Vietnam. Foto del autor.



Atardecer en la bahía de Halong. Vietnam. Foto del autor.



Nos dormimos acunados por el ruido de la lluvia, la humedad alivia el bochorno nocturno. Mañana conoceremos más sobre este increíble monumento natural y seguiremos visitando sus secretos.


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