lunes, 8 de septiembre de 2014

3.30- Epílogo de la Gran Escapada por los Balcanes y Norte de Italia 2013.

Septiembre 2014.
Santander. España.


- UN VIAJE AL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS.

Este viaje recorriendo los Balcanes, ha sido para mi un retorno al pasado. Un volver a recorrer lugares, rutas y ciudades que hace 20 años se encontraban inmersos en la más horrible de las pesadillas que puede crear el hombre; la guerra.
Durante septiembre de 1993 hasta mayo de 1994 fui testigo de como el ser humano puede convertirse en una bestia sedienta de sangre, de sangre de los de su propia especie. Sentí en mi Alma el dolor de cientos... de miles de personas inocentes que veían como su vida, una vida como la que podíamos llevar cualquiera de nosotros en Europa; colegio, niños, trabajo, vacaciones...se rompía en mil pedazos sin terminar de comprender porque sucedía todo aquello.


Niños bosnios en las cercanías de Pocitelj, invierno del 93. Foto del autor.

En marzo del 94 conseguimos que se firmara la paz en el valle del Neretva, desde Jablanika, pueblo de montaña en el corazón de los Balcanes, pasando por Mostar, hasta llegar a la desembocadura de este mítico río en el Adriático.


El autor (con chaleco) y dos compañeros con los niños de Jablanika. En esos momentos estábamos todos sitiados
y nos bombardeaban con frecuencia. Invierno 93/94.

Por fin callaban los cañones y los kalashnikovs en el corazón de Bosnia. Ante ese silencio irreal que recorría como un trueno sus bellísimos valles y montañas y sus históricas ciudades, la gente salía de sus sótanos y escondrijos sin terminar de creerse que la pesadilla había terminado.


Observatorio en el monte Humm. Desde aquí el autor y sus compañeros vigilaban que la precaria paz se
afianzase en Mostar. Feb/Mar. de 1994. Foto del autor.

Han pasado 20 años, ahora recorro esos mismos caminos, esas carreteras ya limpias de check-points y minas, esos pueblos antes en ruinas, me cruzo con esas gentes que llevan en su mirada el dolor de tanto sufrimiento y veo una cosa que me da esperanza. Un detalle que me indica que esta tierra haíta de sangre puede volver a florecer por encima de los odios étnicos y religiosos...veo muy pocas banderas. Y las que hay colgadas de cables telefónicos o en alguna garita oxidada y olvidada en la cuneta desde hace años, están descoloridas y deshilachadas.


Gracias a todos esos pequeños héroes, por hacer de estos soldados españoles mejores personas.
Nunca os olvidaremos. Foto del autor.

El ser humano quiere paz, pero esa minoría que busca medrar en el horror de la guerra y del enfrentamiento siempre está ahí, oculta sus intenciones, se esconde mientras hay una Ley y un orden que les persigue y les encarcela, rumiando sus odios y planeando como destruir esa paz que la mayoría de la gente desea para sus vidas. 
Como dijo Edmund Burke: "lo único que necesita el mal para triunfar, es que los hombres buenos no hagan nada".


- CROACIA, MONTENEGRO Y BOSNIA.

Comenzamos nuestra escapada en la bella costa sur croata del adriático. Dubrovnik me acogió con una maravillosa mezcla de monumentalidad tanto medieval como natural. La antigua capital de la república de Ragusa sorprende e impresiona por su fortaleza, su calles medievales limpísimas y sobre todo, por las vistas desde su montaña, a la que se accede por un teleférico.


Dubrovnik desde la carretera que lleva a Montenegro. Foto del autor.



Vista de Dubrovnik desde el teleférico. Foto del autor.

A 83 kms. de Dubrovnik y cruzando la frontera con Montenegro llegué a la impresionante bahía de Kotor. El fiordo más grande del sur de Europa esconde al final de su bahía una fortaleza veneciana espectacular que sube hasta lo alto de la montaña. Es posible cruzar la bahía en un pequeño transbordador para vehículos y pasajeros que me acortó mucho el camino.


Vista del fiordo de Kotor (Montenegro) desde las murallas bajas de su fortaleza. Foto del autor.

De vuelta a Dubrovnik y siguiendo el camino que nos llevaba a la desembocadura del Neretva, paré en un lugar idílico. El Arboretum de Trsteno. Otro lugar mágico que ahora sale mucho más en las guías porque allí se ruedan muchas escenas de la serie Juego de Tronos. Merece la pena parar un par de horas para disfrutar de sus maravillosas vistas sobre el Adriático.


El Arboretum de Trsteno es un lugar único. Foto del autor.



Rincón idílico en el Arboretum de Trsteno. Foto del autor.

Llegamos a la vega del Neretva y tras cruzar la frontera nos adentramos en Bosnia-Herzegovina. La primera parada es el encantador pueblo de Pocitelj, uno de los mejor conservados desde la época en que los otomanos dominaron toda esta región. Su fortaleza, su mezquita y sus baños turcos están reconstruidos tras la guerra de los años 90.
Desde su fortaleza la vista sobre el río Neretva es espectacular.


Vista del Neretva desde la fortaleza de Pocitelj, Bosnia. Foto del autor.

Y llegamos a Mostar, que puedo decir de esta ciudad, aquí se halla uno de los monumentos mas increíbles de los Balcanes, el Stari Most (Puente Viejo) cruzarlo y disfrutar del antiguo bazar turco que lo rodea es imprescindible para conocer el Alma bosnia. Hay excursiones de un día desde Dubrovnik así que no tenéis excusa.


Stari Most, Puente Viejo de Mostar del que toma su nombre. Foto del autor.


Bazar otomano de Mostar junto al puente Viejo. Foto del autor.

Sigo carretera hacía el este y me adentro en la inmensidad de los Balcanes, los paisajes son espectaculares y la carretera serpentea entre el Neretva y sus inmensas moles de piedra. La conducción es una gozada y los bosnios son prudentes al volante. Atravieso pueblos de montaña, paso al lado del precioso lago Jablanicko y por fin, tras dos horas y media por carretera desde Mostar, llegaremos a Sarajevo, la ciudad mártir.
Se puede visitar en un día, pero recomiendo dos por lo menos para poder disfrutar de sus encantos con tranquilidad. 


El autor a la entrada del Gran Bazar de Sarajevo en el barrio de Bascarsija.

Su bazar turco en el barrio Baskarsija, su antiguo ayuntamiento, el mirador de la Fortaleza Amarilla, el encanto de pasear por la orilla del Miljacka deteniéndose en la esquina donde cayó asesinado el Heredero del Imperio Austrohúngaro, son pequeños regalos que nos ofrece esta histórica ciudad. Este año se cumple el primer centenario del estallido de la Iª G.M.


Vista de Sarajevo desde la Fortaleza Amarilla. "Olvidar el horror que aquí se vivió nos condenará a repetirlo
en otro lugar". Foto del autor.


Tampoco hay que perderse el Caravansar de Moric Han (1551), el más antiguo de la capital, transformado en un restaurante/café/tienda de regalos sin perder un ápice de su estilo otomano. Un placer tomarse en su terraza un té con hierbas.


Antiguo Caravansar de Moric Han en el bazar Bascarsija, Sarajevo. Foto del autor.

Antes de dejar Sarajevo, visito el Museo de la Vida, cerca del aeropuerto de la ciudad. Nos muestra el único túnel que permitía a la asediada capital bosnia mantener un hilo de vida con el resto del mundo. Por ese pequeño túnel llegaban víveres, gasolina, armas...
Vuelvo a cruzar los Balcanes y me detengo en Jablanicka, un pueblo en mitad de las montañas y a orillas del Neretva donde la población aún recuerda con cariño a los cascos azules españoles. Muchos recuerdos se agolpan en mi mente caminando por estos lugares...


El autor y el puente sobre el Neretva destruido por los partisanos de Tito en la II G.M, se mantiene tal como lo dejaron.
Jablanica, Bosnia.

Dejo atrás las montañas y a 8 kilómetros de Mostar, encontramos uno de esos paisajes de cuento escondidos que no salen en las guías. El nacimiento del río Buna en Blagaj. Es el río con más caudal que sale de una montaña de Europa, no podéis perdéroslo si andáis por Mostar.


Nacimiento del río Buna en Blagaj. Bosnia.
Foto del autor.


Monasterio derviche (1520) junto al nacimiento del río Buna, Blagaj, Bosnia. Foto del autor.


Vuelvo a salir por la desembocadura del Neretva al mar Adriático. Mi primera parada para hacer noche en la costa croata es Makarska. Cerca de allí, en Dvrenik cruzamos en ferry a la isla de Hvar. Una maravilla la capital que da nombre a la isla, con su pequeño puerto de recreo y su fortaleza veneciana es un punto importante de veraneo para muchos europeos.



Puerto deportivo de Hvar, capital de la isla homónima. Foto del autor.

Pero para pasar la noche elegimos Stari Grad, un pequeño pueblo costero cercano cuya tranquilidad y encanto me atrapó. 


El puerto de Stari Grad en la isla de Hvar, Croacia. Un remanso de tranquilidad. Foto del autor.

Al día siguiente cojo el ferry que me dejaba en la segunda ciudad de Croacia, Split.
Split, ciudad con miles de años de Historia que no sería lo que és, sin el espectacular Palacio del emperador Diocleciano. No hay viaje a la costa dálmata que sea completo sin visitar esta impresionante ciudad.


Plaza de Armas o Peristil, en pleno centro del Palacio de Diocleciano, Split, Croacia. Foto del autor.


Vistas del puerto de Split desde la torre de la catedral. Foto del autor.


El autor frente a la Puerta de Plata, una de las cuatro por las que se accede al Palacio de Diocleciano.
Split, Croacia.


Cerca de Split se encuentra la encantadora Trogir, una antigua isla que sus habitantes fortificaron, es parada obligada.


Trogir desde el aire, una maravilla. Croacia, costa dálmata.

Tras visitar Trogir seguimos hacía el norte por la costa dálmata, nuestro destino es Zadar, la mítica Zara veneciana. Por el camino es inevitable retratar en fotos la preciosa Primosten y detenerse en Sibenik para disfrutar de su catedral y su casco histórico medieval, una maravilla.


Primosten, una antigua isla ahora unida al continente. Costa dálmata croata. Foto del autor.


El autor en el casco histórico de Sibenik, una maravilla. Aquí se rodarán escenas de la 5ª temp. de Juego de Tronos.
Croacia, costa dálmata.


Catedral de Sibenik, costa dálmata croata. Foto del autor.

Llegados a Zadar, es casi obligatorio hacer noche para disfrutar de su península fortificada y de sus tesoros romanos, bizantinos y venecianos. Una joya que no podéis dejar pasar de largo.


Zadar desde el aire. Costa dálmata croata.


Plaza del Foro en Zadar, un autentico museo romano al aire libre. Costa dálmata croata. Foto del autor.

Para visitar los Lagos de Plivitce, nos adentramos de nuevo en Croacia, dejamos atrás la costa adriática para llenarnos de naturaleza en estado puro. Las cascadas, lagos y senderos que recorremos hacen de este lugar algo único. Y aunque en estas fechas de octubre ya debemos abrigarnos un poco, nos deja con la boca abierta esta maravilla natural.


Cataratas del río Plivitca, lagos de Plivitce. Croacia. Foto del autor.



Pasarelas de madera en los Lagos de Plivitce, Croacia. Foto del autor.


Lagos Galanovac y Milanovac, desde lo alto del acantalilado. Lagos de Plivitce, Croacia.
Foto del autor.

Tras disfrutar de Plivitce y sus lagos, regreso a la costa para pasar la noche en Senj, un pequeño pueblo de 7000 habitantes pero que concentra una cantidad increíble de Historia. 


Castillo-museo de los Uskoks en Senj, costa croata. Foto del autor.

Aquí combatieron los Uskoks contra los ejércitos  otomanos que avanzaban sobre Europa, vasallos del Emperador Carlos V, este dijo de ellos: tras mis Tercios estos son los mejores soldados que hay en Europa. El castillo-torre Nehaj en la colina más próxima al pueblo, alberga su museo, no hay que perdérselo.


El autor junto a Iván Lenkovic, capitán de los uskoks bajo cuyo mandato
se levantó el castillo Nehaj de Senj. Impresiona.

Tras dejar atrás Senj, paso de largo por la portuaria e industrial Rijeka y me adentro en la península de Istria.
Los tesoros que contiene esta región croata merecen por si solos una escapada.
Mi primer destino y quizás el más espectacular es Pula, una ciudad costera muy popular entre los navegantes de toda Europa por su espectacular marina deportiva.


Puerto Marina de Pula desde los apartamentos Villa Borghese. Pula, Croacia. Foto del autor.


Anfiteatro de Pula erigido en el S. I d.C. Croacia. Foto del autor.

Además Pula alberga el sexto anfiteatro romano mejor conservado del mundo y muchas más joyas de este periodo histórico, como el Arco triunfal de los Sergios y el templo dedicado al primer emperador de Roma, Augusto, todos del S. I d. C. Una maravilla.


Puerto deportivo de Rovinj, al fondo la catedral de santa Eufemia. Croacia. Foto del autor.


Casas "venecianas" en Rovinj, Croacia. Foto del autor.
Rovinj desde el aire, península de Istria, Croacia. 

Siguiendo hacía el norte por la costa de Istria no podéis dejar de visitar Rovinj, y Porec, dos pueblos costeros con mucho encanto, asentada sobre una isla ganada al mar la primera y una península estrecha que ya fue ciudad romana la otra. Cada una de ellas es merecedora de una parada.


Basílica Eufrásica bizantina de Porec (S. VI). Croacia.
Foto del autor.


Palazzo veneciano en Porec, Croacia. Foto del autor.
Porec desde el aire, península de Istria, Croacia.

Y como guinda final de mi ruta por Croacia, visito su capital. Desde la península de Istria una autopista de peaje muy cómoda nos deja en Zagreb, son aproximadamente 3 horas de coche.


El autor ante la iglesia de San Marcos de Zagreb, icono de la ciudad.


Teatro Nacional Croata, en la plaza Mariscal Tito, Zagreb. Foto del autor.
Calle del Puente de la Sangre (Kravavi Most) la más típica de la ciudad vieja de Zagreb. Foto del autor.

La capital croata merece un par de días para disfrutar de sus museos, jardines botánicos, su casco histórico en la ciudad alta, su catedral y sus terrazas en las calles comerciales que son peatonales y tienen mucha vida. Me encantó Zagreb, hermosa, acogedora y culta.


- ESLOVENIA Y NORTE DE ITALIA.

En Zagreb devuelvo el coche alquilado que he llevado desde Dubrovnik y me dirijo en tren a Liubliana. 
La capital de Eslovenia tiene 220.000 habitantes y es una ciudad de bolsillo que es una maravilla. Su casco histórico se ubica entre la montaña donde se erige su castillo y el río que la atraviesa el Ljubljanica. Tiene mucho encanto esta pequeña capital centroeuropea que se ve en dos o tres horas.


El río Liublijanica pasando por los 3 Puentes en la plaza Preseren, punto central de Ljublianica. Foto del autor.


Plaza del poeta Preseren con los 3 Puentes, Liubliana, Eslovenia. Foto del autor.


La pequeña capital de Eslovenia, es de postal. Foto del autor.

Eslovenia es un pequeño país de dos millones de habitantes, pero tiene unas maravillas naturales que te dejan con la boca abierta. Y todo magníficamente cuidado y conservado.


Lago Bled con sol, desde el castillo. Una maravilla la vista de la isla donde se ubica la Iglesia de María. Eslovenia.


Lago Bled el primer día que llegamos. Aún con las brumas que bajan de los Alpes, el lugar es increíble.
Eslovenia. Foto del autor.


El lago Bled es un lugar de cuento que nos recuerda al Tirol austríaco. Allí me alojo en una casa rural con todas las comodidades, es un lugar ideal para ir con la familia. Desde allí visito las cuevas Postojna, las más grandes de Europa con cerca de 22 kilómetros de galerías que se recorren en un trenecito y el castillo Predjama, una fortaleza a la entrada de una cueva que parece hecho por seres mitológicos. Ambos sitios están tan solo a un par de horas por autopista del lago Bled y a algo menos desde Liubliana. Es muy cómodo recorrer en un par de días el país en coche de alquiler.


Castillo Predjama, Eslovenia. Foto del autor.
Castillo del lago Bled  desde sus orillas, al fondo los Alpes. Un lugar de ensueño. Eslovenia. Foto del autor.
El pequeño país eslavo, cruce de caminos entre la Europa mediterránea y la Europa del este, es un pequeño tesoro a nuestro alcance.
Desde Liubliana cojo un tren que me dejó en Villach (Austria) y desde allí en autobús cruzaremos la frontera con Italia para llegar a uno de los platos fuertes de esta escapada: Venecia.


Fachada del Palacio del Dux de Venecia, desde la balconada de la catedral, al fondo la entrada al Gran Canal.
Foto del autor.

 
Muelle de San Marcos con San Giorgio Maggiore al fondo. Venecia. Foto del autor.


Que decir de Venecia que no se haya dicho ya...que tenéis que conocerla, al menos una vez en la vida.
Todo asombra de Venecia, la propia idea de su existencia ya parece obra de unos locos, pero ahí está, desafiando a los siglos, y ahora, a los inmensos cruceros que socavan inmisericordes sus cimientos.


Al fondo Santa María de la Salud vista desde el Puente de la Academia, a la izquierda el Palazzo Bárbaro.
Venecia, irrepetible. Foto del autor.


Cafetín en el Mercado Rialto frente al Gran Canal, uno de los momentos mágicos del viaje.
Foto del autor.

 ¿Los descendientes de los venecianos que nos legaron esta maravilla, serán capaces de protegerla?


Puente en el Barrio de Santa Cruz. Venecia. Foto del autor.


Tras dos días en Venecia que me dejaron con ganas de más, parto en tren a Milán, la gran capital económica, industrial y de la moda de Italia. "Milano" es sobre todo una ciudad de negocios. Pero no hay que dejar de ver sus tesoros: la catedral del Duomo, la iglesia gótica más grande de la cristiandad. 


El Duomo de Milán asombra por sus colosales dimensiones. Foto del autor.


Entrada a las Galerías Vittorio Emanuele. Milán. Foto del autor.

La Galería comercial Vittorio Emanuelle, el primer gran centro comercial moderno en Europa. El teatro de la Scala de Milán, el mayor escenario de Europa y como colofón final el castillo Sforzesco. Joya del Imperio español del S.XVI.


Y ya llegamos al final de esta Escapada-2013, la casualidad ha hecho que la compañía aérea con la que volamos desde Santander tenga su aeropuerto de llegada en Bérgamo. Esta pequeña ciudad a media hora en tren cercanías de Milán es una maravilla, su ciudad alta fortificada alberga unos tesoros que ya los quisiera para sí una urbe más grande.


El Palacio de la Razón y la Torre del Pueblo, en la Plaza Vieja de Bérgamo. Foto del autor.


Fuente de los Leones en la Plaza Vieja de Bérgamo. Foto del autor.


En su Piazza Vechia (Plaza Vieja, por cierto, es la que sale en el anuncio de mozzarela Galvani) encontramos el Palacio della Ragione, la torre del Comune, la catedral Duomo neoclásica, la basílica de santa María Maggiore y la espectacular fachada de la Capilla-mausoleo Colleoni. Bartolomeo Colleoni fue un condotiero italiano que, a las órdenes de Venecia, defendió Bérgamo contra el Ducado de Milán principalmente.


Santa María Maggiore y Capilla Colleoni.
Bérgamo. Foto del autor.
Patio en Bérgamo Antiguo.
Foto del autor.




























La pequeña y encantadora ciudad de Bérgamo cierra la Gran Escapada del 2013, han sido 24 días de viaje, recorriendo 2.973 kilómetros por carreteras, pueblos y ciudades de Croacia, Montenegro, Bosnia, Eslovenia, un pelín de Austria y finalmente Italia.

Un viaje es una aventura apasionante porque aunque te hayas estudiado el itinerario y sepas que lugares quieres visitar...siempre nos sorprende algún pueblo, o lugar, o rincón escondido que te indica un paisano, que hace que el viaje haya merecido la pena. No lo dudéis, solos o acompañados, con familia, en pareja o amigos, viajar siempre nos hace mejores personas y un poco más sabios.

Como siempre, un placer viajar con vosotr@s. Hasta la próxima escapada!!!!



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