jueves, 12 de diciembre de 2013

2.6- Pateando por los arrozales de Sapa.

Viernes 5 de octubre, 2012. 08:30 h. 
Van Tan, valle de Sapa. Vietnam.

Recién levantado. Dormí genial.
Ayer pasé toda la tarde sentado en el porche de la casa. Las mujeres de la familia nos hicieron la cena, nuestra guía (de la que no recuerdo su nombre, vaya cabeza la mía) es la única que habla inglés. Desde muy niños les enseñan en las escuelas. Así de mayores ganan un buen dinero trabajando de guías turísticos y acogiendo a dichos turistas en sus casas.


Los niños de Sapa se aplican en sus estudios para tener un futuro más  prospero que sus padres. Vietnam. Foto del autor.

 La cena fue de lo mejorcito que comí por todo Vietnam (que ya es decir mucho, lo peor de este país es su comida). Además la señora de la casa, la suegra de nuestra guía, nos sirvió té toda la tarde. Me fui a la cama a las 20:15 ¡¡¡vaya horas!!! Los vietnamitas en cuanto anochece hacen un poco de vida familiar ante la tele y a la cama, se levantan con el sol. Nosotros acostándonos a semejantes horas somos unos trasnochadores, ellos no lo entienden.

Nos despedimos de la casa donde hemos pasado la noche anterior. La pequeña aldea
de Van Tan queda atrás. Vietnam. Foto del autor.




Desayuno con energía en Van Tan, valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor.

Aldeas de montaña en el valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor.


Hoy ha amanecido con mucha niebla. Desayuno panqueques con mantequilla, miel y plátanos. El alimento de los montañeros campeones que van a patearse el valle de Sapa.


Terrazas de arroz en el valle de Sapa, cerca de Van Tan. Vietnam.
Foto del autor.

- DE RUTA POR EL VALLE DE SAPA.

Empezamos la pateada. Durante 3 horas subimos por estrechos senderos embarrados por completo. Ni que decir tiene que tan solo andando se puede avanzar por estos terrenos impracticables para cualquier vehículo, incluidas las motos. Atravesamos haciendo equilibrios los bordes de los arrozales y cruzamos como podemos riachuelos por encima de piedras y tablas desvencijadas. La niebla no es muy espesa pero en ocasiones nos impide ver el fondo del valle que poco a poco vamos dejando atrás mientras ascendemos. Un fina lluvia nos acompaña casi todo el camino.


Pasando por una aldea embarrada en las montañas de Sapa. Vietnam. Foto del autor.

Pasamos cada cierto tiempo por aldeas con cabañas muy humildes, hechas de palos de bambú y tablas de madera, con tejados de uralita. Casi todas ellas tienen pequeños cercados donde guardan cerdos vietnamitas. Pero no de los pequeños, como el que tenía George Clooney de mascota. Estos son sus parientes adultos y son bien grandes, se suelen alimentar de las sobras de la familia y de la basura que encuentran en las aldeas. Aparte de sus terrenos de arroz, son la única riqueza de estas familias tan humildes.

No es fácil caminar por estas sendas de montaña, por suerte las guías Hmong ayudan a
los visitantes. Sapa. Vietnam. Foto del autor.


Paisaje de alta montaña en el valle de Sapa. Las Hmong están adaptadas
perfectamente a las cuestas, senderos embarrados y barrancos del lugar. Vietnam.
Foto del autor.



Típica vivienda en las faldas de los montes de Sapa. Vietnam. Foto del autor.



El auténtico cerdo vietnamita, valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor. 



El autor en una aldea de montaña en Sapa. Hasta aquí solo se puede llegar andando. Vietnam.


Al lado de esas cabañas, jugando, encontrábamos a niños muy pequeños descalzos y medio vestidos. Nos miran sonrientes, muchos de ellos con el moco colgando. Somos la atracción de la mañana, bajan a vernos y a tocar la nariz (literalmente) de un servidor, les encantan estos narizotas extranjeros. Se lo pasan en grande con estos blanquitos.


El autor con los niños de Sapa, éramos la atracción de la mañana. Vietnam.

 Atravesamos un bosque de bambú. No he conocido un sitio donde haya tanta humedad. La diferencia es brutal en los pocos metros que separan el sendero y la entrada del pequeño bosque. Medirá unos cien metros de largo. Estiramos los brazos y ponemos las palmas hacía arriba. Notamos como se va condensando el agua, y en pocos segundos se forman pequeños charcos en las manos, increíble. No llueve, pero salimos completamente empapados y tenemos que escurrir las camisetas al salir del bosquecillo.


El autor en un bosque de bambú en las montañas de Sapa. Vietnam.

La humedad en los bosques de bambú es de casi el 90%, el agua se genera poniendo las
manos en forma de cuenco hacia arriba. Es increíble. Sapa. Vietnam.

La foto puede darnos una idea de la niebla y el paisaje de los "praos" altos del
valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor.


Atravesamos unos arrozales. No hay sendero, solo podemos continuar avanzando caminando por sus estrechos bordes. Paso a paso y guardando un precario equilibrio intentamos evitar resbalar y caer en ellos. No nos apetece bañarnos hasta la barriga, bastante empapados vamos ya. Pero nos lo pasamos en grande, nadie acabó en el agua.


El autor haciendo equilibrios por los arrozales de Sapa. Vietnam.

Caminando por los bordes de los arrozales, si caemos el "baño" es bueno.
Valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor.


Llegamos a lo alto de la montaña, allí en unos pastos sin arboles, contemplamos la escena más típica y folclórica de Vietnam. Unos búfalos de agua. Estos son de la familia de nuestra guía, la conocen de sobra, por eso pastan tan a gusto. Además están acostumbrados a recibir las visitas de esos humanos tan estrafalarios llamados turistas.

Búfalos de agua en los pastos altos del valle de Sapa. Vietnam. Foto del autor.




El autor con los búfalos de agua de los Hmong pastando en los montes de Sapa. Vietnam.

La experiencia es espectacular, esta foto es una de mis favoritas. La sensación era plena en ese momento, no existía la fatiga, ni la humedad ni el calor. Un momento inolvidable.
La niebla impide ver el paisaje que nos rodea, pero aquí arriba nos sentimos como los reyes del mundo, cansados, pero los reyes del mundo.
Un descanso en el camino en el último tramo de la ruta. Cansados pero 
satisfechos al poder conocer estos paisajes únicos. Sapa. Vietnam.


Ahora el camino es todo bajada. Podemos ver de vez en cuando, entre jirones de niebla, el río Rojo que corre por el fondo del valle.
Casi llegando al final de nuestra caminata, nos encontramos con un riachuelo que corre a los pies de una pequeña catarata. Un vecino con visión comercial ha construido con sus manos un puentecillo de tablas y bambú, por el que cobra peaje de paso. Vaya con el piratilla. 


El autor en el puente del "piratilla", cerca de la aldea de Van Tan, Sapa. Vietnam.

No nos queda mas remedio que pagar si queremos continuar nuestro camino, pero el paisaje merece la pena. El sitio es mágico y los niños bajan de la aldea para ver a esos occidentales tan graciosos que bajan empapados de la montaña. Al lado del puente, una pequeña catarata hace las delicias de los cansados aventureros blancos, un bonito paisaje como colofón a nuestra aventura por los montes de Sapa.


El autor en la cascada al final de la ruta por Sapa. Vietnam. Foto del autor.


Antigua pasarela en  Sapa. Vietnam. Foto del autor.

Tras otra pequeña caminata con subida incluida, nos espera la comida en un pequeño restaurante...la "maravillosa" sopa Po. Aquí la comen para desayunar, comer y cenar ¡Que ganas!
Menos mal que después de comer nos tomamos un café "viet", aquí se mezcla con leche condensada, ya que la leche solo se encuentra en algunos supermercados de grandes ciudades. Tarda un poco en hacerse ya que se va filtrando gota a gota con un curioso artilugio que te ponen en la mesa.


Sopa Po, la comida mas típica de Vietnam. Foto del autor.

Café vietnamita en el valle de Sapa. Foto del autor.


Ya está aquí la furgoneta que nos viene a recoger para llevarnos a Sapa...furgoneta que tenemos que empujar para que arranque.
En el pueblo nos duchamos en un pequeño hotel de la agencia y bajamos de nuevo a Lao Cai en un mini-bus. Los mafiosetes del trasporte pretenden meter a dos parejas de turistas vietnamitas de más en la furgoneta. Para ello tenemos que sentarnos unos encima de otros. Me niego en redondo y tras unos minutos de miradas medio amenazantes, se convencen que no voy a ceder. Las parejitas deben sentarse unos sobre los otros y cargar con sus mochilas, porque ya no hay más sitio en el maletero. Estos "transportistas de fronteras" ya empiezan a adoptar malos modos turísticos, ya decía yo que tenían pinta de malotes. Estaban los ánimos de la tropa hispana como para encima comernos toda la bajada hasta Lao Cai apiñados como sardinas en lata.

Partimos en el tren de las 19:00 desde Lao Cai y llegamos a Hanoi a las 05:15. Bocata de leche condensada para cenar y a dormir en el coche cama. Este tren es aún peor que el que nos trajo.
Mañana me desplazaré desde Hanoi a conocer la maravillosa bahía de Halong, uno de los platos fuertes de este maravilloso viaje.
  

Próximo post: 2.7- ¡¡¡BAHÍA DE HALONG, ALLÁ VAMOS!!!

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