jueves, 2 de abril de 2015

6.5- Roma. Catacumbas, Santa María Maggiore, isla Tiberina y más.

21 de Junio de 2012, jueves.
Roma. Italia.

A las nueve de la mañana salgo del hotel y me dirijo andando hacía la Vía Appia Antica. Mi primer objetivo de hoy son las catacumbas de San Calixto.
Paso al lado de las Termas de Caracalla y bajo andando por la Vía di Porta di San Sebastiano.


El autor bajando por la Vía San Sebastiano hacía la Vía Apia. Por sus piedras parece no haber pasado el tiempo.
Y sin turistas. Roma.
 
El autor en la Puerta de San Sebastiano, aquí empieza la Vía Apia.
Roma.

Por esta Vía de la Puerta de San Sebastiano hallamos uno de los tesoros históricos y arqueológicos menos conocidos de Roma. La tumba de los Escipiones, el monumento data del S. III a. C. y fue remodelado en el S. II a. C. por Escipión Emiliano llamado "el Joven" o el "Numantino", fue el conquistador de la mítica Numancia en el 133 a. C. 
El otro gran Escipión fue el llamado Africano, el vencedor del general cartaginés Aníbal en la batalla de Zama (202 a. C.) en la 2ª Guerra Púnica. 
La tumba está formada por dos hipogeos, el menor data de entre el 150 y 135 a. C. y están excavadas en plena pared de piedra blanda de toba. Solo se podían observar desde la puerta enrejada de la entrada, una pena.


- VÍA APPIA ANTIGUA Y CATACUMBAS DE SAN CALIXTO.

Tras pasar por la Puerta amurallada de San Sebastiano me pongo a caminar por la carretera que seguía la mítica Via Apia Antigua. Conocida por los romanos como la regina viarum (la reina de las carreteras) se empezó a construir en el 312 a.C. desde la Puerta de San Sebastiano y llegó en el 190 d.C. hasta Brindisi en la costa de Apulia, en el tacón de la bota italiana. Paso al lado de la Iglesia del Domine Quo Vadis, construída sobre el lugar donde se dice que san Pedro, al salir de Roma, encontró a Jesucristo. Después, el santo regresó a la ciudad y allí fue martirizado.


Primer miliario de la Vía Appia. Roma.
Foto del autor.



Iglesia del Domine Quo Vadis en la vía Apia. Roma.
 
Supuestas huellas de los pies de Cristo, marcas de clavos incluídos, en la iglesia del Domine Quo Vadis.
Vía Apia. Roma.
Bar con encanto en plena Vía Apia. Roma. Foto del autor.

También en la Vía Appia se pueden ver: la Tumba de Geta, el Columbario (nichos donde guardar las urnas cinerarias) de los libertos de Augusto, el de los libertos de Lidia, y frente a la tumba de los libertos de Volusi encuentro la entrada al recinto de las catacumbas de San Calisto.
La antigua Roma prohibía los entierros dentro de los muros de la ciudad, motivo por el cual los primeros cristianos excavaron alrededor de 300 kilómetros de túneles y tumbas a varios niveles bajo los caminos que conducían fuera de ella. Fueron abandonadas en el S. V cuando los bárbaros las saquearon, y olvidadas con el paso de los siglos hasta que un labrador en el S. XVI encontró este "mundo de los muertos".


Catacumbas de San Calixto. Roma. 

Las catacumbas fueron realizadas entre los S. I y V por los primeros cristianos. Estos envolvían los cadáveres con sábanas blancas y los colocaban en nichos restángulares tallados en las paredes de los túneles, después se tapaban con sencillas losas de mármol o terracota. Para los cristianos cumplían la doble función de ser puntos de reunión clandestinos donde podían practicar su culto perseguido y a la vez almacenar reliquias importantes. 
Las catacumbas de San Calixto son las más grandes y famosas y contiene la tumba de la martirizada santa Cecilia (aunque ahora su cuerpo está alojado en la iglesia de Santa Cecilia in Trastevere). También alberga una cripta con las tumbas de 7 papas martirizados en el S. III. En los 20 kms, de túneles explorados, los arqueólogos han encontrado los sepulcros de unas 500.000 personas. La entrada cuesta 3 euros.
Para la vuelta cogí un bus que iba tan atestado de turistas que fue imposible pagar el viaje. Me bajé en la estación principal de Termini, de aquí me acerqué andando hasta la iglesia de Santa María Maggiore.


- IGLESIA DE SANTA MARÍA MAGGIORE Y TERMAS DE DIOCLECIANO.

Fue construída en el S. V y es una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma. Desde su fundación ha sido remodelada en numerosas ocasiones. El interior es barroco, y el campanario piramidal, el más alto de Roma, románico. 


El Amor frente a Santa María Maggiore. Roma.
Foto del autor.

El interior tiene una nave principal y dos laterales divididas por treinta y seis columnas monolíticas de mármol y cuatro de granito. En el ábside sobresale el hermoso mosáico de Jacopo Torriti, de 1295, que representa la coronación de la Virgen. La Virgen con el Niño del altar es del S. XII o XIII. Una placa de mármol a la derecha del altar señala el sepulcro de Bernini.


El interior de Santa María Maggiore, una maravilla. Roma. Foto del autor.



El espectacular altar baldaquinado de Santa María Maggiore. Roma. Foto del autor.
Altar de Santa María Maggiore. Roma. Foto del autor.

Al lado de la estación Termini se encuentran Las Termas de Diocleciano que alberga el Museo Nacional Romano.
Las termas fueron construidas a finales del S. III d.C. Fueron las más grandes de la antigua Roma, con una capacidad para 3.000 personas. El visitante puede hacerse una perfecta idea del tamaño original de este complejo, que constaba de termas, bibliotecas, salas de conciertos y jardines, caminando a través de lo poco que se conserva.


El autor a la entrada del Museo Nacional Romano.
Roma.



El claustro de Michelangelo (1564) en las Termas de Diocleciano es una maravilla. Una delicia pasear entre sus
parterres y restos arqueológicos. Roma. Foto del autor

Tras la destrucción del acueducto que alimentaba las termas en el 536 d.C., el recinto quedó en desuso. También es posible deleitarse con el claustro renacentista repleto de sarcófagos clásicos y estatuas romanas decapitadas. El jardín tiene mucho encanto, es conocido popularmente como el Claustro de Michelangelo y se agradece ante el sol inmisericorde del verano romano que cae a plomo.


El autor en el patio del Museo Nazionale Romano. Roma.
El autor en el patio del Museo Nazionale Romano. Roma.
Museo Nazionale Romano, una maravilla de museo con mucho encanto. Roma.
Foto del autor.

Aquí también podéis disfrutar de la galería del Museo Nazionale Romano Terme di Diocleziano. Alberga epígrafes antiguos y toda clase de piezas y artefactos de la protohistoria italiana.

Me siento a comer en un pequeño restaurante delante de Santa maría Maggiore y me dirijo al siguiente monumento, el Teatro Marcelo.


- TEATRO MARCELO Y ZONA DE LA ISLA TIBERINA.

Iniciado por Cesar, el teatro fué inaugurado por Augusto en el 13 a. C. y dedicado a su sobrino Marcelo. Su cavea medía 30 metros de altura.
Se ha calculado que este teatro , uno de los tres permanentes de la antigua Roma, podía acoger a 20.000 personas. Dentro, los espectadores estaban separados por una estricta jerarquía impuesta por Augusto. La sección situada más arriba era para las mujeres, los extranjeros y los esclavos. La parte más cercana al escenario estaba reservada a los ciudadanos romanos.


Se aprecia muy bien el teatro Marcelo (S. I a. C.) y el palacio Baldassare (S. XVI). Roma.
Foto del autor.

Lo que actualmente se ve desde la calle del Teatro Marcelo es solo una parte de la fachada original que luego se transformó en fortaleza en el S. XIII y en el Palazzo Baldassare Peruzzi en el S. XVI. Cerca del emplazamiento del teatro ya había dos templos antes de que este fuera construido. Uno es el templo de Apolo Sosiano al oeste, levantado en el 431 a. C. por los reyes Tarquinos, aunque en el 34 a.C. fue completamente reconstruido. El otro es el templo de Belona.


Teatro Marcelo y restos del templo de Apolo Sosiano. Roma. Foto del autor. 

Justo al lado del teatro Marcelo se encuentra el río Tiber y la isla Tiberina. Es la isla habitada más pequeña del mundo y se le ha atribuido poderes curativos desde el S. III a. C. cuando los romanos adoptaron a Esculapio, el dios griego de la curación y le erigierón un templo en la isla, tradición que ha continuado hasta nuestros días gracias al hospital Fatebenefratelli (1548). Sobre las ruinas del templo romano se erige la iglesia de San Bartolomé del S. X, esta tiene una fuente de mármol, posiblemente construida sobre el mismo manantial que llevaba las aguas curativas al templo.


Isla Tiberina desde el barrio antiguo, se ve el puente Cestio, el más antiguo de Roma (46 a. C.).
Foto del autor.



El autor en la isla Tiberina, al fondo el puente Cestio nos lleva al Trastévere.
Roma.

Desde el casco histórico se llega a la isla por el puente Fabricio, el más antiguo de Roma, sigue en pie desde el 62 a. C. Y por el otro lado el puente Cestio, construído en el 46 a. C. y reconstruido en el S. XIX une la isla con el barrio del Trastevere.
Al sur de la isla se encuentran los restos del Ponte Rotto (puente roto), el primero de la ciudad hecho de piedra y que fue destruido por una riada en 1598.


Ponte Rotto (1598) desde la orilla del barrio antiguo. Roma. Foto del autor.

Sigo bajando por la ribera del río, en esta zona en el S. II a.C. se construyó el embarcadero del Tíber, aunque ya en época preurbana aquí había un mercado de pescado (Foro Boario) y otro de verduras y hortalizas.
Aquí mismo nos encontramos con dos maravillosos templos romanos que conservan todo su encanto: el pequeño y redondo Templo de Hércules Vencedor y el Templo de Portuno.
El templo de Hércules fué erigido en el S. II a.C. por el mercader de aceites M. Octavio Herreno encargándoselo al arquitecto Hermodoro de Salamina. De hecho, es el templo mejor conservado de Roma, construido casi por completo en mármol. La estatua de la deidad está esculpida en el S. II a.C. por un famoso artista griego, Escopas el Joven. Una auténtica maravilla y una pena que sea tan poco conocido, será por lo pequeño que es.


El autor frente al maravilloso templo de Hércules Vencedor. Roma.
Templo de Portuno. Roma. Foto del autor.

El templo de Potuno, protector de los marineros y los puertos, fue erigido en la misma época.
En la misma plaza se encuentra la iglesia de Santa María in Cosmedin, en una de sus paredes exteriores se encuentra la famosa Boca de la Verdad, un disco enorme en forma de máscara. Cuenta la leyenda que si se mete la mano derecha mientras se dice una mentira la boca se cerrará.


La Boca de la Verdad. Roma.
Foto del autor.



Santa María in Cosmedin y su torre. Tras la reja porticada se encuentra la Boca de la Verdad. Roma.
Foto del autor.
Fuente en la plaza de Santa María in Cosmedin. Roma.
Foto del autor.

La iglesia de Santa María in Cosmedin fue erigida en el S. VIII, está considerada una de las mejores iglesias medievales de la ciudad. En el S. XII vió realzada su belleza con un bonito campanario de 7 pisos y un pórtico. Su interior está profusamente decorado en mármol. En las naves laterales hay frescos del S. XII.
Subiendo de nuevo por el río hacía el norte, y junto al Teatro Marcelo se encuentra el Gheto Judío y el Portico de Octavia.


- BARRIO JUDÍO, PORTICO DE OCTAVIA Y LAGO ARGENTINA.

Del Pórtico de Octavia solo quedan unos evocadores restos, unas cuantas columnas y un frontón fragmentado que constituyeron originariamente la entrada a una enorme plaza con columnatas. Esta plaza porticada fue erigida por Augusto en el 23 a. C. En el pasado albergó templos, bibliotecas y tiendas. Estaba dedicada a la hermana del emperador.
Durante la Edad Media el pórtico formó parte del principal mercado de pescado de la ciudad.


El autor frente a lo que queda del Pórtico de Octavia. Roma. 
El autor en las ruinas del Pórtico de Octavia, junto al Teatro de
Marcelo. Roma.

Dentro del espacio había dos templos, el de Juno Regina (del que quedan algunos restos visibles aún hoy) y el de Júpiter Stator. El Pórtico estaba decorado con numerosas obras de arte, muchas de ellas parte del botín de guerra conseguido en Grecia, entre ellas las 34 estatuas de bronce de Lisipo que representaban a Alejandro Magno y sus oficiales.

Desde el Pórtico de Octavia y subiendo por la vía del Portico nos encontramos con una de las zonas con más encanto de la ciudad, el barrio judío. En la Vía del Portico nos encontramos con la Casa de Lorenzo Manilio, construida en 1468 y que se conserva espectacularmente y el Forno del Ghetto.


Casa de Lorenzo Manilio (1468) en el barrio judío. Roma. Foto del autor.
Barrio Judío, al fondo el Pórtico de Octavia. Roma. Foto del autor.
El encanto del Ghetto Judío. Roma, Foto del autor.

 Girando a la derecha en el Horno del Ghetto nos dirigimos a la plaza Mattei donde se halla la coqueta Fuente de las Tortugas. Esta encantadora fuente representa 4 chicos levantando tortugas para meterlas en un tazón. Fue Taddeo Landini quien la diseñó en 1585 por encargo del duque de Mattei, el cuál había perdido toda su fortuna en el juego, y estaba a punto de perder también a su prometida (el futuro suegro quedó tan impresionado por la obra que el duque consiguió su mano). Bernini en el año 1658 le añadió las tortugas ganando mucho encanto la fuente.


El autor en la Fuente de las Tortugas, plaza Mattei. Roma. 

Desde la plaza por la Vía Paganica llegamos al Aréa Sagrada del Lago Argentina.
El complejo arqueológico fue descubierto en 1926, constaba con un Hecatostylum (un portico con 100 columnas) y las termas de Agripa. Esta zona del Campo de Marte contenía 4 templos que los especialistas datan entre los siglos IV al II a. C. El más antiguo, el de Feronia es del S. IV a.C. El templo de Jutura del III a.C. el de los Lares Permarini del S. II a.C. y el templo de Fortuna de Ese Día, dedicado por Lutacio Cátulo tras la batalla de Vercelli contra los cimbrios.
Aréa Sagrada del Lago Argentina, en pleno centro de Roma. Foto del autor.
Gatos en el Aréa Sagrada del lago Argentina. Roma. Foto del autor.

En este lugar hay un santuario de gatos municipal donde un grupo de voluntarios se dedica a alimentarlos, esterilizarlos y vacunarlos. Hay docenas de ellos correteando y tomando el sol entre las ruinas de estos milenarios templos.
Me dirijo ahora a la iglesia de Il Gesú. Se decía que era la iglesia más bella de Roma. Fue la primera iglesia que construyeron los jesuitas en Roma.


Fachada de la iglesia de Il Gesú. Roma.

Esta iglesia es el máximo exponente de la arquitectura de la Contrarreforma, los jesuitas querían atraer a la gente con un arte esplendoroso y arrebatador. Fue erigida entre los años 1568 y 1575. En el fresco de la bóveda, los espacios bidimensionales y tridimensionales se fusionan y las figuras parecen alcanzar el techo.


Techo de la iglesia de Il Gesú. Roma.



Los espectaculares frescos de Il Gesú. Roma. Foto del autor.
La cúpula de Il Gesú. Roma. Foto del autor.

 La opulenta tumba de san Ignacio en mármol y bronce con columnas incrustadas en lapislázuli está situada en el crucero norte. Al este de la iglesia están las habitaciones en las que vivió san Ignacio desde 1544 hasta su muerte, en 1556.

De aquí al hotel, aún me quedan fuerzas para coger al metro. Mañana me espera uno de los platos fuertes de la capital del Lazio, los Museos Vaticanos, y hay que ir bien descansado para recorrer y disfrutar de sus miles de obras de arte.



Próximo post: 6.6- Roma. Museos Vaticanos.

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